jueves, 11 de marzo de 2010

Experiencias

6 comentarios:

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  2. Se llama satanás tu amigo y se bendicen los alimentos en su nombre, por que satanás y dios no son mas que el mismo pervertido que nos tiene en este mundo solo que se pone mascaras distintas para ocultar su verdadero sentido. La noche, la noche es ignorante, claro!, me dice, la luz del día deja ver la verdad a simple vista la noche es la buskeda de la verdad la pasividad donde todo el mundo duerme y la mente vuela hacia otros mundos, yo prefiero la noche porque uno se puede cobijar en el frío de su ignorancia por ke para que conocer la luz, para ke kerer ser cm ¿él?. Somos esclavos de nuestros pensamientos la libertad es algo lo cuál el ser humano no ha sabido buscar ni mucho menos encontrar, soy libre aquí?, sigo siendo esclavo de estas calles de este universo ke no se ke putas kerrá de mi, vivis en la opulencia y si no vivis en lo ke los demás llaman miseria... en ambos casos sigo siendo aprisionado o por el dinero o por ese dios miserabe ke no me deja vivir. Se pasa por un puente en mal estado, la tentativa del suicidio ante tal desesperacion existencial parece no pasar ni por el minimo recoveco del ¿alma?, el morbo de ver lo ke pasará akí con este sadico juego tlvz es lo único ke nos deja pegados a este mundo, masoras, los espiritus ke nos alejan del mundo no logran hacer el trabajito...

    - Para mi eso es menos ke una mierda!
    - Pero no ves ke es un ser humano!
    - Callese si no kiere ke me lo cargue, es una mierda igual ke ustedes, algún problema?

    El problema es ke vivimos en un mundo donde se desaprovecha la energía o no se deja que fluya con libertad, todos estan muy urgentes de ella la usan pero no saben cm desusarla, la polución, la explosión demografica... solo note lo curioso de este hecho DEMOgrafia, DEMOcracia, DEMOnio... la energía esta conglomerada y no sabe por donde escaparse en la ciudad y eso actua sobre el cuerpo de las personas, pq cm todo todos somos energeticos y las demás energías nos afectan, entonces por eso es que vemos tantos problemas en la ciudad....

    -Ud no cree que se le perdió el camino se me larga ya mismo para chepe ya mismo, nada tiene que andar haciendo por akí!
    -Mae pero el viene hablando conmigo y tiene todo el derecho de caminar por donde le dio la gana pq la ley así lo dice.
    -Bueno con ud no estoy hablando y ese no es su problema, me saca todo lo del bolsito y venga pa hacerle la requisa(84). Nada tiene ke andar haciendo a esta hora por la calle. Cédula?..............

    Evidentemente la otra persona no tenia cédula ni sikiera los derechos que se le dan al portador. Entonces la inclusión te la da un pedazo de plástico cm todo lo que cubre, tira come y viste esta humanidad.

    Esto es parte de una experiencia que viví una noche con una amistad que vive en las calles esto pasó en SAn Pedro, los dialogos que entrecortan la conversación fue cuando dos topamos con dos policias y eso lo deje lo mas literal posible creo que uno no olvida mucho cuando un compita de estos te trata de mierda y lo pongo así cm para dejar ver cm la institucionalidad sea cual sea parece no mejorar en ningún aspecto la convivencia y la experiencia humana. TODXS SOMOS INDIGENTES!

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  3. Sábado 13 de Marzo del 2010


    Comentario: ¿Si me comprendes me podrías ayudar?


    My interés el curso “Etnología de la indigencia” responde en primera instancia a una mayor aproximación al sujeto a investigar, en este caso los indigentes, para poder formular un análisis en profundidad de la situación que viven estas personas, lo que piensan y como se sienten con respecto a su situación. Ya que su punto de vista juega un papel importante en la formulación de conocimiento, el cual no se puede omitir con la intención de imponer modelos rígidos de razonamiento que se fundamentaran en una visión restringida de las cosas porque estaríamos cayendo en una fragmentación de la realidad. Con esto me refiero que para pretender un análisis del sujeto a estudiar no debemos limitarnos solamente en algunos aspectos, si no buscar un trasfondo que nos ayude a entender lo que está construido y no reconstruir algo como una supuesta objetividad.

    Pero con ello tampoco pretendo minimizar la relevancia del la percepción del investigador ya que no hay investigación que no esté mediada por la presencia del mismo, sino, un proceder que tome encuentra tanto en el pensamiento como la acción, tanto la teoría como la aplicación empírica de la razón, para luego someterse a constantes comprobaciones por parte del antropólogo, renunciando a las pretensiones de una verdad absoluta y optando por un proceder crítico que pueda dar razón sobre la realidad que viven estas personas, al mismo tiempo que redefina la posición que se le ha dado a los indigentes. Tal como lo plantea la Antropóloga Margarita Bolaños Arquín en el artículo “La antropología social costarricense en el marco del contexto centroamericano de finales de siglo XX”:

    Lo que tenemos que hacer ahora es aprender hacer buenas preguntas, a trabajar con la gente, a hacer más participativa la investigación. Ellos, la gente, saben que les duele. ¿Qué quieren? Ellos tienen sus propios análisis de realidad” (Bolaños: s.m.d).

    En base a estos señalamientos, podemos concebir válido el tratamiento de los indigentes como actores sociales de una gran complejidad, los cuales se encuentran en interrelación con el ambienten donde viven, por ello, comparten los mismo espacios del investigador y de la sociedad aunque se le intente conceptualizar en una condición de desigualdad y desconexión. Lo que nos obliga a tomar en cuenta su punto de vista ya que no es inferior ni carente ni carente de fundamento en comparación al investigador por que en la mente del estudioso no se encuentra instaurada “la verdad y el bien”.

    Por lo tanto, las posibilidades de comprender sus vivencias, alcanzar una reflexividad de un mayor alcance y construir conocimiento con la gente para la gente aumentan al tomar en cuenta a estas personas en todo el proceso, de otra forma sería una práctica estéril que impone sus postulados. Por esta razón, no hay que olvidarnos de la función que cumple nuestras formulaciones y preguntarse si realmente la investigación que realizamos afirma el papel de la disciplina como una empresa social evidenciando que estas personas tienen mucho que decir.

    No obstante, esto no indica que tengamos la responsabilidad de resolver todos sus problemas o mantener la imagen del investigador como “una persona muy buena”, más bien aplicar un tratamiento adecuado a los hechos que posibilite exponer las situaciones que viven estas personas día con día para poder ayudarlos. Por tal razón considero la vigilancia en nuestras prácticas un factor fundamental, donde este siempre presente la autocritica sobre la función del conocimiento antropológico como una herramienta puede ayudar a legitimar los derechos que tienen estas personas y no conjurar un sistema de prejuicios e ilusiones que en vez de aportar un beneficio a la población sea contraproducente.

    Atte: Alberto Borge Araya.

    Bibliografía utilizada:
    • Bolaños Arquín, Margarita. La antropología social costarricense en el marco del contexto centroamericano de finales de siglo XX. S.M.D.

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  4. Jueves 13 de febrero del año 2010, 1p.m.
    Me dirijo hacia el Centro Dormitorio de la Municipalidad de San José, que noche a noche atiende a más de 100 personas en estado de indigencia, con el fin de coordinar con la trabajadora social la colaboración de un grupo de estudiantes de antropología. Estoy cerca del Mercado Borbón, en San José Centro, pero no encuentro el lugar. Pregunto a las personas que circulan por ahí, a los dependientes de tiendas y nadie me da referencia de la ubicación. Miro a mi alrededor y veo varias personas en estado de indigencia: dos hombres de aproximadamente 40 años conversan como viejos amigos y en un clima de tranquilidad, sentados en la orilla del cordón del caño; dos mujeres que aparentan 30 años, están paradas en la acera y observan el pasar de los autos. Frente a mí veo venir una mujer delgada, que viste un short, una blusa que deja entrever el ser que lleva en su vientre, no tiene dientes y parece joven, tal vez 24 años; aunque las manchas y granos en su rostro y cuerpo la hacen verse mayor. Nos miramos fijamente y pienso... ella con seguridad sabe dónde están los dormitorios. Le pregunto:

    -Señora disculpe ¿usted sabe dónde está ubicado el Centro Dormitorio?
    -¿Cuál dormitorio?
    -Este lugar de la Municipalidad de San José en donde van a dormir personas que viven en la calle.
    -¿Usted va a ir a dormir ahí?
    -No, no voy a dormir ahí.
    -¿Usted es indigente?
    -No, no soy indigente.
    -¿Usted vive en la calle?
    -No, no vivo en la calle.
    -¿Entonces?... que va a hacer ahí, quién es usted.
    -Voy a trabajar como voluntaria en los dormitorios

    - ¿Y a usted le sobra mucho tiempo como para ser voluntaria?....

    M. Carmen Araya Jiménez

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  5. Apasionante, de eso se trata involucrarse en la antropología... Porque uno investiga con una pregunta y para una pregunta y por una pregunta y al final ni siquiera es tan importante el que nos preguntábamos sino cómo nos lo respondemos y aún más, quién no lo responde... Porque a fin de cuentas uno se involucra tanto con sus sujetos de estudio (inevitable) que en determinandos momentos hace falta una buena llamada de atención desde afuera que nos recuerde que hacemos ciencia y nos amigos...

    Pero la antropología también se trata, de repente, de esto, de sufrir un poco la desventura de darse cuenta que de vez en cuando uno no tiene si siquiera la respuesta a las preguntas más básicas... ¿Qué hay de más en que nos quieran ayudar? sale a la luz cuando uno piensa en esas preguntas filosas que nos mandan esos que de entrada siempre nos verán como extranjeros de un mundo que es de ellos y no con cualquiera lo comparten...

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  6. Vivencias que nos acercan a realidades en las cuales se describe una sociedad excluyente y determinista hacia algunos grupos sociales que la conforman.

    El miércoles 10 de marzo, a mi regreso del Trabajo Comunal Universitario en el lugar de campo, una compañera y yo nos detuvimos a conversar en la esquina de una acera, a tres o cuatro cuadras del Teatro Nacional. Eran las 5 de la tarde; pasaron aproximadamente quince o veinte minutos, cuando se nos acercó un hombre de tez oscura, cabello ondulado y corto, de unos 45 años aproximadamente, que hablaba de forma tal que se nos hacía difícil comprender lo que decía, pues enredaba las palabras y no se expresaba fuerte, mientras nos solicitaba lo que parecía ser ayuda económica (a este hombre le llamaré Carlos, por motivo de facilidad en la comprensión de la anécdota).
    Carlos vestía un pantalón beige largo, manchado y roto, una camisa negra de manga corta que asemejaba las condiciones de la prenda anterior. El señor caminaba de forma tal que parecía caer al suelo según daba cada paso, ya que mientras avanzaba, se sostenía del poste en forma de agarre para mantenerse en pie.
    Siguiendo el esquema del imaginario social que nos instala una cultura como Costa Rica, podría decirse que el hombre antes descrito se define como una persona en ‘estado de indigencia’.
    Mi compañera se distrajo de la conversación que llevábamos y me advirtió con la mirada que el hombre venía hacia nosotras (señaló al hombre con sus ojos). Seguidamente, un hombre de tez clara, cercano a los 40 años, cabello corto y castaño, al que nombraré Luis, que contrariaba la apariencia del “indigente”, intervino en la situación, y en voz alta le ordenaba al señor que se retirara de la zona y dejara de molestar a las muchachas (palabras textuales), al mismo tiempo que agregaba vocablos tales como sinvergüenza, inservible, viejo cochino, inútil, entre otros.
    Ante esto, Carlos se defendía argumentando que no nos molestaba (a mi compañera y a mi) y le decía a Luis que no se metiera, porque de todas formas ya se iba pero quería hacernos algunas preguntas.
    Luis no permitía que el señor terminara sus frases, ya que lo interrumpía constantemente y lo callaba. Asimismo, se le acercó y lo empujó con su mano derecha, hasta hacerlo caer sobre la calle.
    El hombre intentó levantarse un par de veces sin lograrlo. Cuando puedo conseguirlo, se alejó del lugar hablando, mas no captamos lo que decía.
    Algunas personas que se encontraban en el sitio al momento de la escena, si debían caminar y pasar al lado del “indigente”, optaban por distanciarse de él; lo miraban de pies a cabeza y retraían su cuerpo para no rozarse con el hombre.
    Había quienes no intervenían en el asunto; otros, apoyaban al hombre que empujó a Carlos, pues le gritaban a este último que se fuera del lugar y no estorbase, además de reírse de él cuando cayó en la vía pública, producto del empujón que le ocasionó Luis.
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    En lo personal, las sensaciones que me produjo el evento ahondaban entre timidez, impulso y enojo, más que todo cuando Luis empujó a Carlos y le gritaba u ofendía; además de impotencia para ayudar de alguna forma a Carlos ante la presión que ejercían sobre él, tanto Luis como quienes lo apoyaban abiertamente, unos 3 ó 4 hombres (este aspecto me llamó la atención, puesto que las mujeres no opinaron en el momento, pero sí actuaban con recelo en caso de pasar cerca del ‘indigente’), de igual manera, sentí el peso social y el dedo señalador –en sus diferentes grados– del resto de la población sobre Carlos, incluyéndome.
    Con claridad, no apruebo la imagen de Sr. Burns que pretenden recrear muy seguido ciertos personajes de la élite y no élite costarricense (por aterrizar en algún lugar), caso de quienes buscan “limpiar Costa Rica”. Además desacredito el “derecho” al dedo señalador que nos hemos creído los “no indigentes”, dentro o ‘fuera’ de la ‘inercia colectiva’ en determinados ámbitos.

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