miércoles, 7 de abril de 2010

Pobreza y capitalismo en la poesía en prosa de Baudelaire.

C H A R L E S B A U D E L A I R E
El SPLEEN DE PARIS

XXVI
LOS OJOS DE LOS
POBRES

Quieres saber por qué te detesto, hoy. Será más fácil para mí explicarlo que para ti entenderlo. Porque eres el mejor ejemplo de impermeabilidad femenina que hay.

Pasamos juntos una larga jornada que me resultó corta. Nos prometimos pensamientos mutuos, de uno y el otro, y que nuestras almas serían una, en adelante -un sueño que no tiene nada de original, excepto que a pesar de haber sido soñado por todos los hombres, ninguno pudo realizarlo nunca.

A la noche, un poco cansada, quisiste sentarte en un nuevo café, en una esquina de una avenida nueva, todavía llena de escombros pero que ya exhibía sus incompletos esplendores. El café resplandecía. Hasta la luz desplegaba el ardor de un estreno, iluminando con toda su fuerza los muros enceguecidos de blancura, las fascinantes superficies de los espejos, el oro de los panes y las cornisas, los pajes de redondas mejillas que eran arrastrados por perros con correas, alegres damas con un halcón posado en el puño, ninfas y diosas con frutas en la cabeza, pasteles y carnes, Hebes y Ganímedes sosteniendo la pequeña ánfora de la bebida o el obelisco bicolor de los helados... toda l historia y la mitología al servicio de la glotonería.

Justo frente a nosotros, en la vereda, se había parado un hombre de unos cuarenta años, de rostro afligido y barba grisácea, con un niño de la mano y otro en brazos, demasiado pequeño para caminar. Haciendo de criada, sacaba a sus hijos a pasear de noche. Harapientos. Los tres rostros extraordinariamente serios y los seis ojos observaban atentamente el nuevo café con idéntica admiración que la edad matizaba diferentemente.
Los ojos del padre decían "¡Qué hermoso! ¡Qué hermoso! Es como si todo el oro del pobre mundo estuviera en estas paredes". Los ojos del niño "¡Qué hermoso! ¡Qué hermoso! Pero es una casa a la que sólo pueden entrar los que no son como nosotros". En cuanto a los ojos del más pequeño, estaban demasiado extasiado para expresar otra cosa que no fuera una alegría fascinada y profunda.

Los cantantes dicen que el placer vuelve buena el alma y ablanda el corazón. Aquella noche la canción tenía razón. No sólo me enternecía la familia de ojos sino que me avergonzaban las copas y las botellas, más grandes que nuestra sed. Volví mi mirada hacia la tuya, amor querido, para leer en ellos mi pensamiento, me sumergí en tus ojos tan bellos y dulces, en tus ojos verdes habitados por el capricho e inspirados por la luna hasta que dijiste "¡Esa gente de ahí es insoportable, con los ojos abiertos como puertas de garaje! ¿No le pedirías al mozo que los aleje?"

¡Así de difícil es comprenderse, mi ángel amado, y así de incomunicable es el pensamiento, incluso entre gente que se ama!


1 comentario:

  1. Descarga completa del libro "Petits poèmes en prose o Le Spleen de Paris" (El spleen de Paris)en este link:

    http://www.scribd.com/doc/15821528/2984986-El-Spleen-de-Paris-Charles-Baudelaire-en-Espanol

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