domingo, 4 de julio de 2010

REFLEXIONES DEL PROCESO

Estas son algunas reflexiones de cómo entendimos y sentimos el proceso investigativo/personal desde nuestra subjetividad, las integrantes del grupo 5 de Caracterización.

Reflexiones de las personas de la calle en Costa Rica desde una mirada extranjera.

Kristin Brabant

Antes de venir a Costa Rica por un semestre de intercambio, nunca me imaginé que habría pasando mis días en el centro de San José conversando y conociendo a la población en estado de calle; pero es precisamente esa experiencia la que me ha brindado la más grande satisfacción y alegría durante mi tiempo en Costa Rica.

El hacer esta etnografía me ha desembocado en la formación de unas relaciones profundas, especiales e informativas con personas que viven una vida a menudo sumamente diferente en comparación con la mía. Pero si esta experiencia me ha enseñado algo, es sobre todo es que cada persona que vive en la calle que he conocido tiene una historia impresionante para compartir, una perspectiva única que merece estar escuchado y una alma bella a pesar de todo los desafíos que ha encontrado. Me siento sumamente privilegiada de conocer a la gente que esta etnografía me introdujo, y experimentar la serie de realizaciones intelectuales y emocionales que resultaron a causa de conocer a mis amigos en el Parque de la Merced y San José en general.

La caracterización de la población en indigencia en el Casco Urbano de San José aclaró muchas de mis presuposiciones con respecto a la vida en la calle y espero que esta etnografía regale comprensión a todos los lectores sobre una población tan malentendida. Mientras que muchos de los habitantes de la calle experimentan drogadicciones o alcoholismo, y han sufrido por una historia de violencia emocional y/o física, además ellos representan trabajadores, alumnos, profesores, padres y madres, amigos respetuosos, y sobre todo, individuos valiosos.

A través de mis entrevistas con los habitantes de la calle, he obtenido una apreciación por la sabiduría que tienen ellos que un título no brinda. Ellos saben cómo supervivir en la calle sin las comodidades a que estoy acostumbrada, aun a pesar de la discriminación cotidiana por parte de la sociedad y la policía. Sobre todo, mis amigos en la calle han enriquecido mi vida con amistades, amor, risas y entendimiento.

El venir a Costa Rica fue una experiencia intimidante para mí, pero en el Parque de la Merced, mis amigos de la calle me mostraban solamente generosidad, aceptación y cariño. Algunas de mis amistades más queridas en Costa Rica son con los habitantes de la calle, y por las sonrisas, risas, abrazos, charlas emocionales y momentos especiales que compartimos, estoy completamente en agradecida con ellos. Por el valor, sinceridad y amistad de ellos, yo les dedico este trabajo y espero que brinde la voz de ellos a todos los lectores para difundir el entendimiento que esta población merece.

Sobre mi camino en el aula y en la calle.

Rebeca Gu N.

El hecho de acercarse a poblaciones es estados de marginalidad es un tema que siempre me ha llamado la atención, por eso al encontrar un espacio en el que pudiera relacionarme con personas en estado de indigencia no dudé en tomarlo. El inicio del proceso consistió sobretodo en preguntas, al intentar plantearme -junto con todo el grupo- un abordaje adecuado del tema topé con muchos vacíos teóricos, metodológicos, conceptuales tanto a nivel de la academia como a nivel personal.

El primer cuestionamiento que me hice fue “¿quiénes eran las personas en estado de indigencia?”, quería saber quién es esa gente, dónde está, cómo se siente y cómo interpreta al mundo. A su vez quería entender cuáles son sus problemas y cómo se puede hacer para ayudarles. Esa posible solución, aunque fuera parcial, me alentaba pero a la vez me preocupaba (me preocupa) enormemente ya que el sentido de la antropología, de la universidad, y de mí misma como persona es el cambio y mejoramiento de las circunstancias injustas que degraden a las personas y el ambiente.

En este camino de intentar ayudar a las personas, junto con Kristin enviamos a dos personas de la calle a sus hogares, les acompañamos a sus paradas de buses y pagamos la tarifa. En dichos momentos sentimos gran satisfacción por haber hecho algo positivo por estas personas, por mejorar su condición y su calidad de vida, no obstante las encontramos de nuevo tomando en el Parque de la Merced en menos de una semana después.

Esta situación nos decepcionó un poco, pero me hizo pensar en dos cuestiones importantes: 1.) no debemos asumir un papel mesiánico, las personas son las que deben cambiar su propia situación y en ese proceso somos solamente facilitadoras, apoyos externos que les brindan las condiciones para lograrlo. Si una persona no está dispuesta o no toma las riendas de su cambio, nadie lo va a hacer por ella. 2.) El apoyo que se puede y debe dar a la población en estado de indigencias tiene que ser permanente. Como explicaba en el punto anterior, tal vez no se pueda cambiar su situación completa, pero hay otras cosas que una puede hacer como estar ahí para ellos, escucharles, conversarles, apoyarles en las necesidades que expresen por sí mismos.

Lo anterior logró que mi proceso personal dentro de esta investigación fuera realmente emotivo y que me interesara profundamente en trabajar con estas personas, pero no como informantes, no para redactar un documento, sino como alguien que les acompañe y les brinde apoyo, y encontrar más personas dispuestas a hacer lo mismo con esta gente que es agradable y acogedora, que conversan y agradecen que se les escuche y que se comparta el tiempo con ellos. Compensan el interés con la apertura de sus vidas y sus vivencias; es gente que está ahí y no es invisible, gente que necesita ser tratada como cualquier otra persona y no con desprecio, que a pesar de su situación sonríe y comparte lo poco que tiene, gente que vive en la calle y siente lo mismo que sentimos nosotros, gente que después de esto espero volver a encontrar.

Experiencias en la calle

Carlos Izquierdo

Al caminar por la ciudad, surge la interrogante de si la siguiente persona que uno se tope, le irá a pedir dinero, a veces con algún argumento, a veces sin él. Esto, y que muchas veces tengan una apariencia desagradable para la vista y para el olfato, son aspectos que se cuelan en la búsqueda de objetividad, la cual no se logra totalmente, ya que se está tratando con personas.

Al estar estas personas “al margen” de la sociedad, se les va viendo como si fueran seres anónimos y uno, al estar inmerso en esa sociedad, se va acostumbrando a verlos con indiferencia, obviando quizá que en ellos hay historias y sentimientos. Estas personas cuentan historias que muchas veces suenan desgarradoras o increíbles, pero, ¿debo creer lo que dicen?

También surgen otras interrogantes: ¿Qué pasa si me asaltan?, ¿Estará esa persona enferma? ¿Debo darle la mano? ¿Busco a alguien que no se vea tan deteriorado físicamente o que parezca limpio?

Al realizar las entrevistas, primeramente se habló con una mujer que pedía dinero en un tono de voz que sugería que estaba enferma y desesperada. Se le preguntó si vivía en la calle, a lo que su tono de voz cambió totalmente y respondió que tenía su casa y que iba para allá, por lo que no fue entrevistada. Inmediatamente surgió la interrogante: ¿Qué visiones y percepciones tendría ella acerca de las personas que estaban viviendo en la calle? Si bien no se logró saber esto ni sus razones por las que se dedicaba a pedir dinero, se llegó a la conclusión de que no siempre quienes piden limosna viven en la calle y que no todas las personas en estado de calle se dedican a preguntar si les pueden dar algunas monedas.

Con las entrevistas realizadas se pudo comprobar lo difícil que resulta localizar nuevamente a estas personas –Alexander y Enrique en este caso- para entablar más conversaciones y poder profundizar lo hablado anteriormente, así como para contrastar lo dicho en distintas ocasiones.

En el caso de Alexander, cuando se estaba dialogando con él, solicitó a la mitad de la entrevista que se le comprar un almuerzo, pero se le dijo que Carlos no tenía dinero para comprarlo, por lo que pidió un café, a lo que se accedió, considerando que había compartido una parte de su vida y que había dedicado tiempo para detallarla.

Semanas después, un domingo a las 5 p.m., se le encontró en la Avenida Segunda, frente a la Catedral Metropolitana, pero inmediatamente pidió dinero y al no contar con él, se le respondió esto y él se retiró.

Con Enrique, este no solicitó dinero cuando se habló con él. De manera cordial y amable, brindó los datos que se le preguntaron inicialmente. Conforma avanzó la plática, fue adquiriendo más confianza y soltura, dándole un hilo propio a sus argumentos. Posteriormente no se le vio más.

La experiencia conjunta de Sif Yraola y Diana Campos en el proceso de la investigación

Sif Yraola y Diana Campos hicimos una parte de la investigación juntas y como investigadoras nos encontramos en algunas situaciones diferentes a como los habíamos imaginado. En el proceso académico de investigación en antropología, normalmente se debe, cuando se trata de entrevistas, que presentar el estudio a las personas que serán entrevistadas. Cuando empezamos las entrevistas nos presentamos como alumnas de antropología en la Universidad de Costa Rica, lo cual nos evidenció inmediatamente con un status diferente, un status de poder.

Al final de la conversación, con Juan Diego, por ejemplo, descubrimos que nuestra entrevista generaba una relación muy interesante, pues él, a la vez que estaba muy interesado de contarnos aspectos de su vida, al mismo tiempo nos cuestionaba. No entendía el motivo de que le preguntáramos, decirle que teníamos una intención antropológica, etnográfica, no era un criterio de importancia para él.

Otro obstáculo que descubrimos, pronto en el proceso de la investigación, es la manera en que opera el estereotipo de la apariencia de una persona indigente. Nos surgía la duda de quién entrevistar, a quién acercarse: la gente de estado de indigencia no es necesariamente fácil de encontrar. La problemática en el proceso del trabajo de campo fue: ¿Cómo se hace para saber realmente cual la apariencia de un indigente?

Experiencia de la calle

Diana Campos

San José es una experiencia antropológica muy interesante, caminar por sus calles implica encontrarse con fenómenos sociales muy interesantes, con caras, dinámicas, comportamientos muy contrastantes. En este sentido, enfocarse en la población en estado de indigencia, en esa población específica ha implicado, no sólo observar a las personas en las salidas de campo, pero en la cotidianidad. Yo, personalmente, habito en San José, en Barrio Escalante específicamente, en el límite de mi zona de investigación con Sif. Ello ha implicado, que la dinámica con respecto a mi forma de entender el barrio haya cambiado: la recolección de los desechos reciclables, la ropa tirada, los caminantes de la noche, las personas dormidas en la aceras ahora tiene toda una dimensión. Ahora conozco personas, casos, historias, vidas, problemas. Las personas de la calle ya no son personas de la calle, peligrosas o conflictivas, de las que hay que puede fiarse. Son un grupo social, diverso, complejo y humano.

Por otro lado, conocer a las personas de la calle ha sido también conocerme a mí. Conocer mis miedos y dudas, mis conocimientos, mis prejuicios. Ha sido cuestionarme. Y eso ha sido un aprendizaje muy valioso. Asimismo ha sido cuestionar de sobre manera el sistema económico, político y social. No se trata de casos aislados, de experiencias individuales. Se trata también de experiencias compartidas de marginalidad, de exclusión social, de exposición a la violencia del sistema.

La experiencia en este trabajo

Sif Yraola

Para mí era una gran experiencia, como alumna de antropóloga, tener la oportunidad de formar parte de esta investigación que tiene que ver con la caracterización de la población en estado de indigencia en el casco urbano de San José. Yo vengo de Islandia, que es un país diferente de Costa Rica en el sentido de que no se nota presencia de personas sin hogar. Es una gran experiencia para mí tener una visión de personas que tienen una experiencia de vida totalmente diferente de la mía, pero a la misma vez es duro tragar las partes duras de las personas que yo entrevisté. En un momento dado, en el proceso de investigación, me sentí un poco débil por escuchar historias demasiado duras, cuando los informantes se abrieron emocionalmente. En esa época me tomó un descanso para poder recuperarse mentalmente, antes de que se pudiera seguir. Ahora tengo una perspectiva más grande de haber conocido una populación tan diferente de lo que yo he conocido y entender las dinámicas de la calle. Con esta experiencia del curso de Etnografía de la Indigencia siento que me va a servir mucho en estudios y trabajos futuros.


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