Blog dedicado al intercambio, discusion y reflexion de las variables y categorias para el abordaje y comprension del cambio urbano y los fenomenos en la ciudad
Administrado por el antropologo Juan Carlos Herrera.
En sus ojos se puede ver el reflejo del mundo, de un mundo que parece desmoronarse a cada instante. Son la escoria de la vida, el desecho humano de las calles, que se esconde detrás de los carteles publicitarios. Tan despreciables que parecen confundirse con la basura del camino.
En sus rostros se ve dibujado el dolor y el rechazo de toda una sociedad, la realidad tal cual. Que con sólo mirarles, no haría falta describir más…
Hablan con su sola presencia y el olor que desprenden nos recuerda lo repugnante que es la indiferencia, el asco de la división de clases…
Esa es la gente, la gente de la ciudad, la que le da cierto colorido desteñido a las calles de la capital; quienes se han convertido en las plagas humanas.
Les miro con temor, con cierta curiosidad y me pregunto simplemente ¿por qué? Pero al igual que los demás, refuerzo la indiferencia ante ese infrahumano mundo, y me convierto en un transeúnte más de los que pasa a su lado.
Se cubren sus rostros de vergüenza, y decepcionados del mundo, caen sumidos en el mar del abandono, y como si fueran parte del paisaje, se encargan de afirmar el vacío existencial de nuestros tiempos, el sin sentido en el que hemos caído…
Estas gentes llevan escrito en sus manos, su destino, y un pasado de dolor, tan marcado, que pareciera no poder borrarse de ningún modo.
Son gentes sin hogar, sin refugio, ni esperanzas, que ven pasar el tiempo a su alrededor, que buscan por doquier lo que se les ha perdido o lo que les han robado, algo de qué aferrarse, no están seguros de qué, pero algo que les dé aliento…
Mis lágrimas corren al verles, pero sólo desde mi soledad, porque me recuerdan que también soy parte de ese dolor, de ese mismo sufrimiento que corre por mis venas. Pero al caminar por las calles, el bullicio de la ciudad y mi arrogante paso por la sociedad, me ciega ante esa realidad.
Son gentes que nos recuerdan lo vulnerables que somos, que están ahí afuera lidiando con el frío, con el hambre, que por alguna razón, sus vidas tomaron esos rumbos, y seguirán derrumbándose día con día…
Cultura en la ciudad 
Gentes
ResponderEliminarEn sus ojos se puede ver el reflejo del mundo, de un mundo que parece desmoronarse a cada instante. Son la escoria de la vida, el desecho humano de las calles, que se esconde detrás de los carteles publicitarios. Tan despreciables que parecen confundirse con la basura del camino.
En sus rostros se ve dibujado el dolor y el rechazo de toda una sociedad, la realidad tal cual. Que con sólo mirarles, no haría falta describir más…
Hablan con su sola presencia y el olor que desprenden nos recuerda lo repugnante que es la indiferencia, el asco de la división de clases…
Esa es la gente, la gente de la ciudad, la que le da cierto colorido desteñido a las calles de la capital; quienes se han convertido en las plagas humanas.
Les miro con temor, con cierta curiosidad y me pregunto simplemente ¿por qué? Pero al igual que los demás, refuerzo la indiferencia ante ese infrahumano mundo, y me convierto en un transeúnte más de los que pasa a su lado.
Se cubren sus rostros de vergüenza, y decepcionados del mundo, caen sumidos en el mar del abandono, y como si fueran parte del paisaje, se encargan de afirmar el vacío existencial de nuestros tiempos, el sin sentido en el que hemos caído…
Estas gentes llevan escrito en sus manos, su destino, y un pasado de dolor, tan marcado, que pareciera no poder borrarse de ningún modo.
Son gentes sin hogar, sin refugio, ni esperanzas, que ven pasar el tiempo a su alrededor, que buscan por doquier lo que se les ha perdido o lo que les han robado, algo de qué aferrarse, no están seguros de qué, pero algo que les dé aliento…
Mis lágrimas corren al verles, pero sólo desde mi soledad, porque me recuerdan que también soy parte de ese dolor, de ese mismo sufrimiento que corre por mis venas. Pero al caminar por las calles, el bullicio de la ciudad y mi arrogante paso por la sociedad, me ciega ante esa realidad.
Son gentes que nos recuerdan lo vulnerables que somos, que están ahí afuera lidiando con el frío, con el hambre, que por alguna razón, sus vidas tomaron esos rumbos, y seguirán derrumbándose día con día…
Gentes o indigentes, pero gentes al fin.
Ericka Miranda Monge.